El Primer Maestro ha dicho a las Hijas de San Pablo, el 7 de febrero de 1964:
La Primera Maestra no era sólo una superiora, sino que era la madre del Instituto. Tendrán otras superioras: serán las que cumplan el oficio y sigan los ejemplos de la Primera Maestra; pero no serán las madres.
Por ello, ¡estudiar su espíritu, recordar sus ejemplos, leer lo que escribía y en especial seguir los consejos, los avisos, las conferencias, que ella sabía presentar muy bien en tiempo oportuno y en forma tan gustosa y buena que todo era acogido! ¡Todo esto llévenlo en el corazón!
La experiencia y las enseñanzas de Maestra Tecla, trazan senderos de esperanza a la vida paulina de hoy.
Toda su vida en las manos de Dios
Cuando ha intentado bosquejar el perfil de la Primera Maestra, don Alberione la ha descrito como la mujer “sin resistencias al Espíritu:
EI Señor ha hecho con ella lo que quería, porque nunca ha tenido resistencias a la voluntad de Dios, en cuanto a mí me consta.
¡Oh, toda su vida! En las manos de Dios, en la voluntad de Dios. Sí, su dirección espiritual ha sido fiel desde el comienzo cuando entró y hasta el momento en que el Señor la llamó al eterno descanso, a la gloria.
Saben que en los últimos días de su enfermedad no tenía en sus labios otra expresión que la que podía decir entonces también con palabras: La voluntad del Señor; lo que agrada al Señor: hágase la voluntad del Señor» (…). Siempre docilísima. Y quien entonces guiaba, al principio, decía muchas veces: «¡Cómo es buena esta hija, cómo es dócil esta hija!». Después el Señor cargó sobre sus espaldas, a pesar de su grácil salud, una grande responsabilidad, una gran misión: preparar las almas, es decir las compañeras, para el día de la consagración al Señor.
En su vida estaba siempre pronta a todo, a todo lo que el Señor disponía; no solamente a la obediencia en general, sino a todo lo que sabía que el Señor quería de ella. Siempre pronta; siempre pronta a todo…
Ella, por una parte debía ser dócil a cuanto el Señor le pedía personalmente, y por otra a cuanto le iba manifestando día a día y que debía cumplir para establecer y hacer crecer el Instituto. ¡Cuán dócil era entonces! Siempre iluminada por Dios, siempre pronta a buscar lo que el Señor le manifestaba (12 febrero 1964).
El primer “sí”
A distancia de muchos años, Teresa recordaba aquel primer sí que había dado un cambio inesperado a su vida. Leemos en sus libretas:
28 de junio de 1961
Recuerda: 27 de junio de 1915 fui con mi madre a hablar con el Primer Maestro que entonces no conocía: el 28 debía ir a casa buscar algunas cosas y volver. He perdido el colectivo, entonces tuve que ir con los caballos; fui y regresé en el mismo día, me parece, o en la mañana siguiente. Ahora, después de 47 años, me viene a la mete agradecer de modo particular a S. Pedro y S. Pablo. ¡Cuántas gracias en esos años! ¡Y cuánta poca correspondencia! Todo es misericordia de Dios, si todavía estoy en congregación.