«Quien tiene ciencia, quien tiene capacidad de mente, quien tiene riqueza de corazón. Quien tiene espíritu de sacrificio, quien tienen mucho deseo de santidad, quien tiene gran sed de almas…en el apostolado de las ediciones verá siempre ante sí el camino cada vez más largo, más amplio, más bello» (S. Alberione).
Pensando en Tecla Merlo con mi fantasía, me gusta repensar en aquella mañana del 27 de junio de 1915 cuando con su mamá llegó a la parroquia de San Damián en Alba. Tenía una cita con el Teólogo Alberione. Primero la mamá, luego Teresa. « ¿Qué te ha pedido el teólogo? – pregunta la mamá – Colaborar con él por unos quince días. ¿Y tú que has respondido? He dicho que Si».
Todos sabemos que esos quince días nunca terminaron!
Éramos grupos numerosos: aspirantes, postulantes, novicias, jóvenes profesas, paulinas mayores. Éramos ruidosas, exuberantes, generosas, comprometidas, libres, santas…no piadosas, porque nos decían que las religiosas piadosas hacen poco en la vida. A la superiora general la encontrábamos como grupo. Ella en cátedra, nosotras en los bancos. Transmitía en su rostro y palabras sonrisas, sabiduría, libertad interior y tanta sabiduría sencilla. Nos deseaba rápidas en el apostolado, en arribar y en partir, rápidas en las conversaciones, rápidas en el confesionario, etc. Palabras preciosas formuladas también en el Decálogo de la rápidez. En cátedra estaba poco. Visitaba las comunidades, los diversos grupos; en las recreaciones la veías sentada sobre un pisito, junto a las demás, limpiando la verdura. Iba a los diversos sectores, escuchaba mucho a las responsables de las comunidades, de los grupos en formación, a las responsables de los sectores apostólicos. Muy abierta para dar vida a nuevos proyectos. Siempre atenta a conocer si el proyecto nacía para hacer el bien. « Si este proyecto hace bien a las almas, ¡adelante!».
Quien tiene ciencia, quien tienen capacidad de mente, riqueza de corazón, sed de almas…
Por qué esos muros, esos corredores, esas aulas de las Hijas de San Pablo tapizadas de mapas geográficos? ¿Esos mapamundis sobre los escritorios? ¿Cómo creerán en aquel de quien no han sentido hablar? Como sentirán hablar sin que alguien lo anuncie? ¿Y cómo lo anunciaran si no han sido enviados? ¡ Qué hermosos son los pies de los que anuncian la buena noticia » (Rm 10,14-15).
¡Tecla, te veo en tu lugar en la capilla! ¡Cuánta dulzura con tu Señor! Estoy segura que con tu Maestro hay más tormento que dulzura porque tu corazón no está en aquella capilla sino que está lejos, lejos, lejos… está abrazando todo la humanidad sedienta de la presencia de Cristo Maestro Camino, Verdad y Vida. Contigo la Familia Paulina reza: « ¡Que la presencia de Cristo Maestro se irradie en el mundo por medio de María Reina de los Apóstoles…puedan los medios modernos de comunicación conducir a ti toda la humanidad».
Rápidas en arribar y en partir. Pasaporte en mano…la nave parte… el avión parte… y esas mapas geográficos a lo largo del corredor de Casa Madre o Casa General adornados con tantos puntos rojos. Se alcanza a los diversos continentes. Un Tabernáculo se abre. «Del Tabernáculo todo, sin el tabernáculo, nada».
Tecla que siempre has caminado sobre los pasos de un cierto Pablo de Tarso, no eres más que su Hija. «Me hice todo a todos». «Las llevo a todas en el corazón».
En camino hacia la eternidad. Ustedes viven en el mundo, pero no son del mundo. Bienaventuradas las caminantes de Dios. Bienaventuradas las mensajeras de Jesús, que llevan en el Evangelio del amor a cada familia…
Estas expresiones eran el pan cotidiano paulino que del corazón de Tecla penetraban nuestro corazón. ¡Cuánta serenidad y alegría invadían nuestro ser!
El todo era llevado en oración en la misa, en la adoración eucarística cotidiana, en la oración del Ofertorio Paulino. Esta oración, que se nos envuelve e involucra en lo específico del carisma, de la misión, de la espiritualidad, de la vida paulina. Verdadera carta de Identidad de las Hijas de San Pablo.
Y al cerrar esta página sobre Tecla, un breve recuerdo personal.
Un afectuoso y tierno abrazo
El 30 de junio de 1962 en el patio del Santuario Reina de los Apóstoles en Roma éramos muchas a felicitarnos, intercambiar augurios, a sonreírnos. Maestra Tecla había sido testigo y recibido nuestros votos religiosos perpetuos. Cuánta alegría en el corazón de cada una. Me acerco a ella y le digo: «Me gustaría mucho un abrazo de mi hermana, sor Cecilia pero…está en Canadá». Con una maravillosa sonrisa y los brazos abiertos, me abraza con gran ternura y afecto diciendo, «¡Sí, yo te doy un abrazo con mucho gusto en el lugar de tu hermana!». A Maestra Tecla no le faltaba fuerza y ni ternura!
Gracias Jesús Maestro por el don de Maestra Tecla, del Primer Maestro, de las vocaciones paulinas, espiritualidad, carisma, misión, modernidad, universalidad. ¡Ayúdanos a ser siempre Paulinas “originales”, nunca foto-copias! Gracias!
M. Atanasia Seganfreddo, fsp