La vida de la Venerable Tecla Merlo fue un ejemplo de misionera del Evangelio y de familiaridad con lo sobrenatural, un ejemplo de gozoso amor a Dios. Hablando de ella es como si entonáramos el “Magnificat’’ dando gracias a Dios por las maravillas realizadas en su sierva.
Y yo doy gracias a Dios por haberla conocido.
Mi primer encuentro con ella fue en la cripta del Santuario Reina de los Apóstoles, con ocasión de un acontecimiento que entró en la historia paulina y del que otros testigos, especialmente entre las Hijas de San Pablo, están aquí presentes. Estamos en 1950; la cripta se utilizaba como estudio para realizar documentales catequéticos y las primeras películas religiosas: “El Hijo del hombre” y “Mater Dei”.
Fue en aquellos años cuando el P. Alberione adaptó al nuevo apostolado la ecuación ya querida por los paulinos de las imprentas y las librerías, a saber: «La planta Sampaolofilm es nuestra iglesia, la moviola y el mostrador de la agencia son nuestro púlpito, la película es una página de la Biblia». Nunca como en aquellos días la ecuación “iglesia igual a lugar de apostolado” fue tan perfecta.
En la cripta, transformada en el templo de Jerusalén, se estaba terminando “Mater Dei” la primera película italiana en colores. A menudo nos invitaban a los jóvenes paulinos y a las paulinas a participar, vestido para la película, en las escenas de la misa, sobre todo los jueves, día libre en la escuela, dedicado enteramente al apostolado.
Tengo ese recuerdo vivo en la memoria: por la mañana, se filmó la escena del anciano Simeón que, con el Niño en brazos, entona su cántico final, mientras que por la tarde, en la puerta del templo, ella, Maestra Tecla, en el papel de la profetisa Ana, apareció ante la cámara, en medio del entusiasmo de las Hijas presentes en las graderías. La escena, que se repitió varias veces, nos sirvió de pretexto para intercambiar algunas palabras con Maestra Tecla que, con tanta sencillez y profesionalidad, nos dio un ejemplo de firme creencia en los nuevos medios de apostolado. Ella que solía decir: Prestemos los pies al Evangelio, prestó su rostro al relato de Lucas.
Cuando pregunté al director padre Cordero, si fue difícil convencer a la Primera Maestra para participar en la película, su respuesta fue que había sido suficiente decirle que también padre Alberione había aceptado participar, no vestido como para la obra, sino como sacerdote administrando el bautismo.
Una vez más la discípula había seguido, los pasos del maestro. Más tarde, en los archivos de Sampaolofilm, he encontrado más de una carta del Fundador que, respondiendo a padre Cordero asediado por tantas dificultades no solo económicas, lo invitaba a hablar con la Maestra Tecla, comprensiva y sensible al nuevo apostolado.
Como en cada circunstancia, la Venerable siguió los pasos de padre Alberione, fue su intérprete, y también supo mediar y completar, es un aspecto que quizás aún no ha sido del todo explorado Cincuenta años después, en 1965, cuando Maestra Tecla ya había recibido el premio a sus fatigas, hablando a las Hijas de San Pablo, el P. Alberione confesaba: «A la Primera Maestra yo también le debo mucho porque me ha iluminado y dirigido en las cosas y en las circunstancias felices y tristes; ha sido un consuelo en las dificultades que entorpecían mi camino…».
Creo que toda la Familia Paulina debería recordar más cómo resumió el P. Alberione la vida de la Venerable: «Maestra Tecla directa o indirectamente, y no solo con sus muchas oraciones, sino que de diversos modos y formas contribuyó a las demás instituciones de la Familia Paulina: la Pía Sociedad de San Pablo, las Pías Discípulas, las Pastorcitas, las Apostolinas (y enumera también los Institutos Consagrados y los Cooperadores).
¡Gran Corazón! Conformado al Corazón de Jesús. Sintió sus dificultades, se alegró de su desarrollo». Es el importante testimonio de un Fundador, que revela toda su grandeza de alma, cuando, haciendo balance de su vida apostólica ante Dios, confiesa que tuvo cerca a esta gran mujer.
Ciertamente Maestra Tecla fue ante todo una discípula fiel, que supo realizar el ideal paulino en sí misma y en sus Hijas, aun a costa de sufrimientos y pruebas. El Fundador afirmaba. « Hay dos secretos de Maestra Tecla que son los secretos de los santos y de los apóstoles: la humildad y la fe: la humildad que lleva a la docilidad y la fe que lleva a la oración. Cada uno conoce su propio espíritu de oración».
Creo que fue por benevolencia del divino Maestro que, al final de su viaje terrenal, el P. Alberione sigue a su lado, inclinado hacia su oído. Y ella escucha la misma voz que, en nombre de Jesús en la sacristía de Alba, le dijo: «Ven», y que ahora la saluda con una última sugerencia: «Ofrece tu vida, Primera Maestra».
No pasó mucho tiempo y el P. Alberione, mientras invitaba a rezar siempre por Maestra Tecla, confesó que a menudo rezaba a Maestra Tecla por la Familia Paulina.
Padre Attilio Monge ssp
De la homilía del 5 de febrero de 2009