Soy una Hija de San Pablo, pero no de la primera hora, como tantas hermanas que han vivido junto a ella o en contacto directo con Maestra Tecla. Me considero de la segunda mitad del Centenario, igualmente agradecida por haber conocido personalmente, si bien no con visitas frecuentes y presencia a distancia. Encontré a la Primera Maestra en sus últimos ocho años de vida, en el lejano 1956, cuando después de sólo pocos meses fui transferida de Alba a Roma para continuar el aspirantado el grupo romano. …