A la Primera Maestra deben todo

El 15 de septiembre de 1960, en preparación a la fiesta de Santa Tecla, padre Alberione confiaba a las Hijas de San Pablo: « A la Primera Maestra le deben todo y yo también le debo mucho, porque me ha iluminado y guiado en las cosas y circunstancias felices y tristes; ha sido un consuelo en las dificultades que obstaculizaban mi camino». Hna. Tecla decía: « ¿Están todas en camino hacia la santidad? Lo más importante que debemos hacer es hacernos santas. Primero hacernos santas, después ejercer el apostolado» (CSAS 38.10) « El Señor nos invita a una gran santidad. Nos ha llamado a la vida apostólica, que es la vida más preciosa, la vida más hermosa, la misma que vivieron Jesús y los apóstoles. La vida apostólica: es decir, hacernos santas y trabajar por la gloria de Dios y la salvación de las almas» (CSAS 51.11).

Hna. Tecla, maestra en el servicio a 360 grados

Ha pasado bastante tiempo desde aquel 5 de febrero de 1964 en que Maestra Tecla, la primera Hija de San Pablo, nos dejó para volver al Padre Celestial. Sin embargo, aunque somos muchos los miembros de la Sociedad de San Pablo que no la conocimos, alimentamos hacia ella una profunda gratitud por el modo como estuvo al lado del Fundador, el P. Santiago Alberione, en todo y para todo, como una buena, es más, muy buena madre de familia. Así lo atestiguan tantas hermanas a las que formó y guió con especial cuidado materno. De sus escritos y oraciones resplandece un formidable espíritu misionero, verdaderamente ejemplar para toda la Familia Paulina. Desear mil vidas para anunciar el Evangelio es un suspiro del corazón que deja entrever el anhelo de que Cristo sea anunciado en todas partes y por todos los medios.

No sé mucho más de la Primera Maestra, como la llamaban sus hermanas, pero puedo asegurar que la siento como una pionera del anuncio, una madre que junto a tantos de nuestros padres y madres abrió un nuevo y precioso camino de santificación en la Iglesia.

En un momento tan difícil y complejo para la Iglesia de nuestros días y para nuestras mismas Congregaciones e Institutos, su testimonio concreto nos estimula a aprovechar al máximo todas nuestras fuerzas en el apostolado y en la vida fraterna.

En las diversas fotografías que he visto de Maestra Tecla, me impresiona su mirada serena, su actitud orante y su rostro sonriente. Creo que estas características suyas son tan necesarias hoy en día, y siento que me hacen bien recordar que el anuncio del Evangelio pasa por todos los momentos y gestos de mi ser, así como por mi vivir y compartir la vida con mis hermanos y hermanas, incluida la sonrisa.

Otro elemento que me llama la atención es su cercanía al beato Fundador. Se suele decir que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. He aquí un claro ejemplo de este entendimiento entre hombre y mujer, cada uno con sus propias características pero ambos en comunión para responder juntos a los planes de Dios. Y me gusta pensar que sin Maestra Tecla nuestro Fundador no habría llegado a ser lo que incluso la Iglesia está reconociendo poco a poco. Fue él quien la eligió y fue ampliamente recompensado. Ahora esperamos que también ella alcance los honores de los altares.

Por último, me pregunto por qué hoy no somos capaces de tener una armonía y un espíritu de fraternidad similares en el seno de la Familia Paulina. ¿Qué nos impide ese entendimiento que aportaría grandes beneficios en la evangelización de la humanidad de hoy? Alabamos al Señor por la hermosa colaboración entre los Paulinos y la Familia Paulina en la animación de la Semana de la Comunicación y de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Pero creo que juntos se podría hacer mucho más. Me detendré aquí invocando la intercesión de nuestros santos padres y madres sobre toda la Familia Paulina.

Padre Roberto Roveran, ssp


Volver arriba