Iniciaba apenas el verano de 1915 cuando en Alba, Piamonte, tierra fértil de santos, una joven mujer se preparaba a un encuentro que iba a cambiar su vida, pero también la historia. Era Teresa, que más tarde será Tecla. Don Alberione la había elegido y le había abierto un sorprendente horizonte: acompañarlo en su proyecto de inundar el mundo de Evangelio…