Los pueblos en el corazón

Al regresar de sus viajes, a Maestra Tecla le agradaba hablar de los distintos países: costumbres, hábitos, clima, belleza natural. Pero recordaba con dolor las miserias morales sin fin. Decía: «¡Si aquellas multitudes pudieran conocer al Señor!». Y concluía con fuerza y convicción: «¡Pero debemos hacerlo conocer!».

Consciente que las Hijas de San Pablo autóctonas pueden acercarse mejor al pueblo, recomendaba trabajar por las vocaciones. «Seamos siempre generosas – exhortaba – así el Señor nos mandará vocaciones, porque hay mucho bien por hacer en el mundo». Y, con un suspiro profundo, exclamaba: «¡Oh, si pudiera imprimir religiosas como se imprimen los libros!». Su presencia, su palabra iluminada, sobre todo su corazón profundamente misionero, tenían el poder de infundir alegría y valentía frente al sacrificio, en vista del premio futuro.  …+detalles

 

 

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